China comienza a reabrir sus salas de cine tras mantenerlas cerradas durante seis meses para frenar la expansión del coronavirus. Según las autoridades, las proyecciones en las zonas consideradas de "bajo riesgo" (una denominación que ya se aplica a la mayoría del país) pueden reiniciar la actividad desde este lunes.
Los cines que abren sus puertas deben seguir una serie de normas estrictas. Las salas deben limitarse al 30% de su capacidad y la cantidad de películas que se proyectan en cada establecimiento no deben superar el 50% de su volumen anterior. A la entrada de cada sesión, se tomará la temperatura a los clientes (no se permitirá el acceso a quien tenga más de 37,3 grados) y el uso de mascarilla será obligatorio. Las entradas solo se venderán online y únicamente se asignarán asientos alternos y manteniendo una distancia mínima de seguridad de un metro.
De momento, no se permitirá la venta de bebida ni comida en los cines; un duro golpe al negocio, ya que ese consumo supone una parte importante en los ingresos de la industria en el país, según informa la BBC.
China es el segundo mercado cinematográfico del mundo. La cadena de televisión estatal CGTN informó a finales de junio de que el cierre de los cines ha supuesto unas pérdidas para la industria de más 4.200 millones de yuanes (527 millones de euros) en ingresos de taquilla